El futuro jefe de Gobierno de la Ciudad debe mover piezas, en un contexto cargado de polarización en JxC. Qué condiciones tiene.
Jorge Macri se tomó un descanso luego de una apretada agenda, que culminó con su victoria a la jefatura de Gobierno de la Ciudad ante Leadro Santoro por no presentación. Pero no pudo evitar quedar en el medio de una disputa de alto voltaje en Juntos por el Cambio entre el sector más duro, que encabeza su primo, Mauricio, y ala dialoguista del PRO y de la alianza por el camino a tomar en la segunda vuelta presidencial. Justo en momentos en los que debe tomar la lapicera para empezar a delinear su gabinete.
El ex alcalde de Vicente López, según describe un funcionario del GCBA que lo frecuenta, no es su primo pero tampoco pretende seguir una línea larretista. En otras palabras, intentará realizar el mayor equilibrio posible, con apertura al diálogo aunque conservando su estilo, aquel que impuso en una localidad bonaerense. Por eso, no llamó la atención entre aquellos que lo rodean su pedido por mantener la neutralidad en el segundo round por la Casa Rosada entre Sergio Massa y Javier Milei, sin declaraciones altisonantes.
De hecho, no habrá posibilidad de que se exprese por lo menos en los inmediato: no lo cree necesario en medio de la ruptura en la alianza opositora por el factor Milei en el medio. Macri, asu vez, sebe más que nadie que debe conservar algún vínculo entre el gobierno provincial de Axel Kicillof y con el próximo jefe de Estado, sobre todo tras la pelea por la coparticipación, que tiene por delante discusiones pendientes, como el traspaso de la Justicia.
Con Horacio Rodríguez Larreta no piensa detonar puentes y aspira a seguir en contacto, más allá de que no poseen una relación aceitada. Por eso, eligió a una funcionaria de su ala como compañera de fórmula, Clara Muzzio, y apuesta a que ciertas direcciones y subsecretarías sigan con la impronta del actual gestor. En Seguridad, y por lo que vio como ministro de Gobierno, está conforme y Gustavo Coria podría seguir en funciones.
Con la UCR hay una incógnita ya que la pelea interna con Martín Lousteau dejó secuelas, que el senador nacional por la Capital Federal reconoció. Por lo cual, no se sabe si el radicalismo, que hoy cuenta con un ministerio, el de Desarrollo Económico con José Luis Giusti, mantendrá lugares en el Ejecutivo.
La versión más firme que corre por Uspallata es que si bien el próximo alcalde detesta a todo el sector boina blanca de Lousteau, y los quiere fuera de su vista, mantendrá por lo menos un canal de contacto “para no tensar la cuerda”, lo cual se trasladará a la Legislatura porteña, lugar en el que JxC tendrá números muy justos para contar con quórum. La negociación entre distintos actores será la clave del próximo oficialismo, que en los últimos años transpiró con un Roberto García Moritán que, sin leer proyectos, se mostró rebelde y amenazó con ejercer desequilibrios, en medio de duras críticas internas.
Entre la danza de nombres para completar casilleros en el Ejecutivo a partir del próximo 10 de diciembre, Gabino Tapia, dirigente de confianza de Jorge, suena para encabezar el ministerio de Gobierno, César Torres para Desarrollo Social y Ezequiel Sabor para Trabajo. La jefatura de Gabinete, que hoy detenta Felipe Miguel, fue ofrecida a Néstor Grindetti, quien tras la dura derrota contra Unión por la Patria en su pago chico prometió evaluar la chance.
Y hay otros dos nombres que entraron en la baraja del sucesor de Larreta. Manuel Vidal, funcionario de Soledad Acuña, suena para Educación; y Fernando De Andreis, es hombre clave de Cambiemos en la era Mauricio Macri presidente, podría tener un rol clave aunque contestó con evasivas y hasta clavó el visto a ciertos dirigentes del PRO que quisieron saber de su futuro.
Tomás Cohen