Cultura

“Clics Modernos”: 40 años de la obra cumbre de Charly García

Después de siete años de silencio obligado por la sangrienta dictadura, el 5 de noviembre de 1983, Charly García lanzó su segundo disco solista. Con esta producción grabada en Nueva York, el álbum se convirtió uno de los más audaces del músico.

En el invierno de 1083, Charly viajó a Nueva York para buscar instrumentos y curtirse. Su idea fue hacer amigos, salir a clubes y música. Quería respirar nuevos aires, mientras que en Argentina volvía la democracia y salir de la claustrofobia de “Yendo de la cama al living” (1982), su último álbum. Con este clima, el 5 de noviembre de 1983, Charly García lanzó “Clics Modernos”, su segundo disco solista.

Después de siete años de silencio obligado por la sangrienta dictadura, comenzaba a explotar un nuevo paradigma que se cultivó en los sótanos de Buenos Aires, marcado por una camada de jóvenes músicos para los cuales bailar ya no era sinónimo de liviandad intelectual, del mismo modo que la poética podía conjugar humor y sincretismo sin resignar profundidad.

Si bien Charly acumuló históricas bandas como Sui Generis, La Máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán, siempre se desmarcaba de antiguos preceptos, lo cuales le valieron no pocas críticas, sobre todo cuando lo tildaban de “cirquero” por bailar en el escenario. Con su nueva producción grabada en Nueva York, rompió finalmente el cerco entre la historia y las nuevas tendencias en el rock argentino.

El uso de una batería electrónica como la gran protagonista rítmica, la inclusión de samplers, el planteo cosmopolita en lo sonoro y visual eran lo que diferenciaba al gran astro del rock argentino a sus compañeros generacionales.

Si bien Charly dio algunas señales en “Yendo de la cama al living”, el nuevo disco marcó un cambio radical, empujada por la combinación de éxitos que siguen sonando y tomando fuerte protagonismo en la actualidad como “Nos siguen pegando abajo” y “No me dejan salir”; con lúcidas reflexiones sobre el pasado terrorífico y sangriento con “Los dinosaurios” y “Plateado sobre plateado”; la modernidad en “No soy un extraño” y el “medio-pelo argento” como el caso de “Bancate ese defecto”.

Según Sergio Marchi, periodista destacado de rock y auto de la biografía ‘No digas nada’ y recientemente ‘Algún tiempo atrás’ (la bio de Gustavo Cerati), analizó que “Clics Modernos fue un pase-gol: el que lo entendía, conquistaba el territorio. Pero creo que lo que hacía Charly en aquel tiempo era dinamitar los techos y los prejuicios: se iba a grabar a Nueva York, se cortaba el pelo, usaba samplers antes que nadie, producía a Los Abuelos y a Los Twist, invitaba a tocar a Suéter en Ferro. Era inatajable. Charly decía ‘¿hay un techo? ¡Mirá como te lo vuelo a la mierda!’. Fue como el sello de aprobación para la renovación del rock”.

Del estudio al escenario

En el estudio, el álbum fue diseñado con samplers y máquinas de ritmos, que no fue grabado de manera orgánica; y de contar con algunas complejidades, como la polirritmia presente en “Nos siguen pegando abajo”; el desafío de llevar a los escenarios no resultó tan complicada, según el testimonio de Gonzo Palacios.

El saxofonista explicó que “Charly estaba musicalmente hiperlúcido en esas épocas, y precisamente porque él había grabado la mayor parte de los instrumentos del disco, que había previamente demeado en ocho canales en su casa, se sabía a la perfección cada nota del repertorio, y que función quería que cumpliese cada instrumento. Era un rompecabezas complejo pero tan bien elaborado que todas las piezas encajaban a la perfección con facilidad”

Sin embargo, Clics Modernos planteó un cambio radical, uno de los mejores artistas del rock argentino comenzó a insinuar este movimiento un año antes en “Yendo de la cama al living”, y lo sostuvo en “Piano Bar”, de 1984, pese de apostar por un sonido más orgánico, según analizó Samaela, quien al ingresar a su banda tuvo que afrontar un repertorio conformado por esta trilogía.

El baterista consideró que “había ciertas diferencias entre las rítmicas de Clics Modernos y el anterior Yendo de la cama al living o el predecesor Piano Bar, pero tampoco un abismo. Pienso que esa primera trilogía solista de Charly mantuvo a rajatabla el concepto ‘robótico’ y ‘metronométrico’ de los ’80, donde prevalecían la contundencia y el buen sonido al virtuosismo o los matices”.

“En definitiva, creo que hubo un concepto rítmico acorde a los tres discos. Aunque la batería electrónica TR-808 fue mucho más preponderante en Clics modernos”, concluyó.

Sergio Marchi dimensionó el enorme valor del disco proyectándolo en la realidad política, social y cultural de 1983: “Era la banda de sonido de la vuelta de la democracia, la felicidad de que se fueran los militares, la esperanza de un futuro, de progreso, de modernidad. Se extinguían los dinosaurios, pero guarda con los hombres de gris. Y a bancarse los defectos. También le abría la puerta a los homosexuales, que en esos años eran perseguidos. Dos tipos en un bar que se toman las manos y bailan un tango podía ser una fantasía, pero en Nueva York, donde él estuvo tres meses, era una realidad”.

Un disco al que Charly siempre reconoció que “no le cambiaría nada”

Charly García solía definir a Clics Modernos como un disco que “no le cambiaría nada. Es una especia de demo, pero hecho en Electric Lady y con Joe Blaney”, en una fenomenal síntesis de su proceso de producción.

La placa comenzó a gestarse en un loft del Village, en Nueva York, donde García se alojaba con su entonces novia brasileña Zoca, y al que había equipado con instrumentos y un estudio portátil en donde fue dando forma a cada una de las canciones.

Para realizar su trabajo, el músico contó con dos aliados fundamentales: Pedro Aznar, su excompañero en Serú Girán, en el plano musical; y la fotógrafa Ada Moreno, una vieja conocida desde los tiempos de Sui Generis, quien lo recibió en Manhattan y fue una especie de “chaperona” a la hora de actualizarlo en la movida cultural en la Gran Manzana.

La propia Ada fue la responsable de la serie de fotografía en el sobre interno del disco, donde se veía a Charly con modernos anteojos, pelo corto y cubierto de talco, una nariz ficticia armada con un cono de cartulina y metido en una bañera.

Una vez que las canciones influidas por la movida musical neoyorkina tomaron forma, acompañado por el exmúsico y empresario Carlos “Pirín” Geniso, también residente en esa ciudad, fue a alquilar horas en Electric Lady, el mítico estudio creado por Jimi Hendrix.

Según contó varias veces Charly, tocaron el  timbre del lugar, cuando los atendieron casi sin abrirles la puerta, manifestó que quería alquilar el lugar y, con desdén, le preguntaron: “¿Acaso tu papá es rico o qué?”, a lo que el artista respondió sacudiendo un fajo de dólares: “¿Me lo alquilan o no?”.

Por otro lado, la mayoría de las canciones las grabó solo García, con la única ayuda de Pedro Aznar en el bajo, y la colaboración del baterista Casey Scheverrell y del guitarrista Larry Carlton en algunas canciones puntuales, así como el saxofonista Doug Norwine, en el tema “Nuevos trapos”.

De esta manera, el álbum contó con un sonido absolutamente moderno para los estándares del rock argentino, entre baterías electrónicas, samplers de la voz de James Brown, sonidos robóticos y polirritmias, presentaba una inédita combinación conceptual entre la cosmopolita Nueva York y el gen argentino.

La síntesis de todo esto acaso podría sintetizarse en su icónica portada, una fotografía del protagonista tomada por Uberto Sagromoso en un paredón de la esquina de Walker Street y Cortlandt Alley, frente a un grafitti callejero creado por Richard Hambleton, que consistía en unas siluetas negras en tamaño real llamadas “Shadowman”, y una pintada que decía “Modern Clix” y que era el nombre de un ignoto grupo de new wave.

Si bien la placa iba a llamarse “Nuevos trapos”, como una de las canciones, Charly quedó impactado cuando al regresar a Buenos Aires se encontró con las siluetas blancas que representaban a los desaparecidos durante la dictadura, propagados por toda la ciudad por los familiares que reclamaban por sus paraderos.

El enorme paralelo entre las figuras negras esparcidas en Nueva York y este reclamo en Buenos Aires lo impulsó a utilizar esa fotografía como portada y a renombrar su disco de acuerdo a la pintada que podía verse allí.

“Clics Modernos” salió a la luz el 5 de noviembre de 1983, menos de una semana después del día en que los argentinos volvieron a votar tras la sangrienta y terrorífica dictadura militar. Además, fue presentado en vivo en el Luna Park, el 18 de diciembre, una semana después de la asunción de Raúl Alfonsín, junto a una banda conformada por GIT (el guitarrista Pablo Guyot, el baterista Willy Iturri y el bajista Alfredo Toth), Fito Páez, Fabiana Cantilo, Daniel Melingo y Gonzo Palacios. Todo un símbolo de época.

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